
Los amortiguadores son elementos esenciales para la seguridad y para el buen comportamiento del vehículo, tanto como lo son los neumáticos. De hecho, mantienen el neumático en contacto con el suelo y garantizan el buen funcionamiento de la suspensión.
Sin embargo, los amortiguadores suelen recibir menos atención ya que que el desgaste y otros problemas de los neumáticos son evidentes a simple vista; por otro lado, se desgastan de forma tan progresiva que es fácil acostumbrarse a su comportamiento y olvidar que son elementos esenciales que también necesitan revisión y sustitución.
Según el especialista Euromaster, los amortiguadores deben revisarse con una periodicidad de 20.000 o 30.000 kilómetros y reemplazarse entre los 65.000 y los 90.000 kilómetros como máximo. Nos aconsejan que será necesario revisarlos o sustituirnos si notamos que perdemos el control del vehículo en las curvas o nos vibra el volante.
La diferencia entre un amortiguador en buen estado y un amortiguador en mal estado es un elemento esencial para mantener el vehículo en condiciones óptimas para la conducción. Un amortiguador en mal estado pierde la capacidad de mantener las ruedas en su posición cuando se pisa suelo irregular o bache y además el desgaste de los neumáticos de forma progresiva es el primer indicador de unos amortiguadores en mal estado.
Conviene tener en cuenta también que, más allá del desgaste propio del uso, los amortiguadores también pueden sufrir daños debido a un golpe o a otras causas; la pérdida de aceite (si se trata de un amortiguador de aceite) es el indicador más evidente de que el amortiguador necesita reemplazarse. En este caso, será ne-cesario cambiar a la vez los dos amortiguadores del mismo eje, aunque solo uno de ellos presente defectos.
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